Dia mundial de la mujer rural. Mujeres rurales con discapacidad: haberlas, haylas.

Apenas sabemos de ellas pero haberlas, haylas, como aquel que dijo. Ahí están, al pie del azadón. Me refiero al colectivo de las mujeres rurales españolas con discapacidad.
Todo está dicho, tres breves premisas y un hondísimo significado: ser mujer, hallarse en el ámbito rural y tener discapacidad. Un colectivo con una triple discriminación sociolaboral.

La realidad del entorno rural no es bucólica ni romántica, presentando serias dificultades para el desarrollo de las personas con discapacidad:
Aislamiento,
Deficiencias en los servicios,
Falta de accesibilidad (por no decir ninguna)
Escasas oportunidades (por supuesto, IDEM), etc…

Sencillamente es un hecho. En la actualidad, en el mundo rural se están viendo aumentadas las desigualdades entre mujeres y hombres, acentuándose más, cuando hablamos de mujer rural con discapacidad:

FALTA DE OPORTUNIDADES
Desigualdad para acceder a la formación o al empleo. Esto conlleva aún más la falta de autonomía económica que ofrezca a estas mujeres una calidad de vida digna.

BAJA AUTOESTIMA
El desarrollo personal de estas mujeres, por el hecho de vivir en un núcleo poblacional alejado del casco urbano en el que radica la capitalidad del municipio, limita en muchos casos su autonomía y merma su autoestima, sufriendo además una sobreprotección que les impide ser ellas mismas, ignorando sus propios gustos o voluntades.

EL PORCENTAJE EN VIOLENCIA DE GENERO ES MUY ELEVADO
La violencia de género en el entorno rural hacia las mujeres con discapacidad adquiere carácter invisible para la sociedad. Una violencia que se hace mucho más silenciosa cuando las víctimas son mujeres rurales con discapacidad.

Ya es hora de que las mujeres rurales con discapacidad puedan ser consideradas agentes clave en el proceso de transformación del medio rural hacia un entorno inclusivo.

Hoy por hoy, las mujeres rurales con discapacidad son :
Las más invisibles
Las que sufren mayores índices de exclusión, pobreza y violencia. Pero están ahí.

Y es que haberlas, haylas.

Por Rocío de los Reyes (CEDDD Andalucía)

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