“yo quiero oler lo bueno y lo malo”: personas con anosmia relatan su realidad en un nueva jornada ceddd

Los seis ponentes de la jornada CEDDD, la moderadora y la intérprete de lengua signos, en una captura de pantalla del evento online, que se celebró vía zoom.

Profesionales médicos y personas con anosmia analizan cómo es la vida sin el sentido del olfato en la Jornada CEDDD ‘Anosmia, vivir sin olfato’, que ya está disponible en el canal de YouTube del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia.  

La pérdida del sentido del olfato acarrea consecuencias físicas y psicológicas, que pueden llevar al aislamiento de una persona. El miedo al propio olor corporal, unido a la dificultad para disfrutar de una comida en grupo o cómo repercute en la salud sexual de la persona son algunos de los motivos. A los que hay que sumar la incomprensión por el resto de la sociedad. A pesar de todo, la anosmia no está reconocida oficialmente como un enfermedad discapacitante.   

Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de la jornada CEDDD ‘Anosmia: vivir sin olfato’, organizada por el Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD) en colaboración con la Asociación Española de la Anosmia, que ya está disponible para su visualización de forma íntegra en el canal de YouTube de CEDDD.

La jornada contó con las aportaciones de Rubén Ruiz, presidente de la Asociación Española de Anosmia; Juan Manuel Maza, médico especialista en otorrinolaringología; Santiago Lanzuela, psicoterapeuta y los testimonios de María Jesús Fernández, Carolina Ortega y Silvia Rodríguez; esta última, persona con anosmia de nacimiento. El acto estuvo moderado por Mar Ugarte, adjunta a presidencia de CEDDD.

Entre otras cuestiones, se habló de la reversibilidad de la anosmia, una de las preocupaciones de los asistentes. Según explicó el doctor Maza, la anosmia se puede revertir, aunque no siempre es posible en todos los casos. No obstante, siempre mejorará si hace un entrenamiento olfativo. Dicho entrenamiento consiste, tal y como explican en la página web de la Asociación Nacional de la Anosmia, en dos sesiones diarias de 5 minutos cada una, utilizando de 4 a 6 olores y por un periodo mínimo de 12 meses como terapia óptima.

Plantilla con los colores del arco iris sobre la que se puede leer: clasificación de olores: 
1. Acre o rancio.
2. Cítrico.
3. Dulce.
4. Floral.
5. Frutal. 
6. Leñoso.
7. Mentolado.
8. Pútrido. 
9. quemado o ahumado.
10. Químico.

Durante su intervención, el doctor Maza explicó que todas las personas pierden capacidad olfativa con la edad. Las causas neurodegenerativas, las inflamatorias, el uso de medicamentos y los virus aglutinan el 80% de los casos de anosmia en la actualidad.

Además, el médico otorrinolaringólogo afirmó que “el olfato es un sentido fundamental”, cuya pérdida puede afectar a la vida social, laboral, sexual e incluso la memoria de la persona que la tiene. “Las células que envían la señal eléctrica desde el bulbo olfatorio al cerebro pasan por el hipotálamo y la amígdala, por eso el olfato es tan importante para el recuerdo”, aseveró.

En la misma línea, Santiago Lanzuela atendió a las dificultades que tienen las personas con anosmia para llevar una vida normal, señalando que el miedo a la percepción que los demás puedan tener de ellas afecta negativamente a la autoestima. “Se recorta el ocio, se reducen las relaciones con otras personas… a la larga puede generar ansiedad y depresión”, dijo el psicoterapeuta.

A la hora de compartir sus experiencias, María Jesús Fernández, Carolina Ortega, Silvia Rodríguez y Rubén Ruiz destacaron la presencia constante de los olores en las conversaciones de todo tipo. “En todos los grupos, siempre hay una persona que habla de olores”, señaló el presidente de la asociación, que entre sus objetivos tiene el reconocimiento oficial de discapacidad para la anosmia.

De la misma forma, “siempre hay alguien que le resta importancia”, coincidieron en señalar Fernández y Ortega. “Y en mi caso me ha cambiado la vida, porque me genera mucha inseguridad, así que salgo menos y me relaciono menos”, confesó María Jesús Fernández.

Por su parte, Ortega, que lleva sin olfato cerca de 18 años, declaró que “ya casi se ha acostumbrado”, aunque al principio fue duro tener que lidiar con la incomprensión. “Hubo un médico que me dijo que había gastado el olfato de tanto usarlo”, relató.

Para Silvia Rodríguez, que nunca ha tenido sentido del olfato, la sensación es de impotencia. En sus palabras: “Porque también siempre hay alguien que te dice: ‘así no hueles los olores malos’ y eso a mí me da igual, yo quiero oler lo malo y lo bueno”.

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